Marcelo Solís, Ignacio Aparisi
¡Qué a gusto sería
sombra de tu cuerpo!
todas las horas del día, de cerca
te iría siguiendo.
Y mientras la noche
reinara en silencio,
toda la noche mi sombra estaría,
pegada a tu cuerpo.
Y cuando la muerte
llegara a vencerlo,
sólo una sombra por siempre serían
mi sombra y tu cuerpo.